La aventura "LA SEMILLA" implica, a veces, pedidos de los Kogis que nunca hubiéramos imaginado. Por eso es un camino apasionante, un camino de escucha y de sorpresas. Cuando los Kogis nos pidieron que los ayudáramos a encontrar plumas de ciertas aves para restaurar sus coronas rituales o cuando, más recientemente, nos pidieron ayuda para recuperar algunas piedras utilizadas por los mamás, no sabíamos por dónde comenzar...
Con frecuencia me preguntan: "¿Cuál es el proyecto de LA SEMILLA?" Intento adaptar la respuesta a mi interlocutor, pero esta suele tomar la forma de: “Crear un puente a través de la cultura y la educación con los pueblos indígenas de la Sierra Nevada” o “ayudar al reconocimiento, la preservación y la transmisión de la cultura de estos pueblos, especialmente de los indígenas Kogis". Luego me preguntan, "¿Pero concretamente?". Entonces explico nuestro proyecto de documentación audiovisual que inició con el registro de la fiesta tradicional de verano de los Kogis, o el proyecto de un centro cultural. Pero hay que reconocer que esta respuesta es incompleta. Incompleta porque la realidad, las demandas y las necesidades que expresan los Kogis con quienes trabajamos, están en constante movimiento, son un dinamismo vivo que exige un cuestionamiento, una adaptación y un reajuste permanente de nuestro pensamiento, nuestro trabajo y nuestras acciones. Probablemente, esto no sea fácil de entender desde Francia o España. Así como no es fácil explicar la solicitud que nos hizo el mamá Kogi Juan Conchacala hace casi dos años: encontrar plumas de ciertas aves ahora raras o inexistentes en la Sierra Nevada. Estas plumas juegan un papel central en algunas danzas que se realizan en los pueblos "principales" ubicados en las zonas altas de la Sierra en los días posteriores al solsticio de invierno. El mamá nos estaba transmitiendo una solicitud de los "mamás mayores" de la "capital espiritual" de la Sierra Nevada de Santa Marta. Una petición muy importante para ellos, que toca lo sagrado.
Corona de plumas Kogi dañada
Sin embargo, ¿cómo explicar esto a un organismo de subvención o incluso a nuestra junta general? Estamos lejos de la cotidianidad parisina y de las protestas de los chalecos amarillos o incluso del enfoque clásico de la ecología ... Probablemente este sea el motivo por el que me costó tanto escribir este artículo, aunque ya estaba esbozado al final de una publicación de diciembre de 2017 en donde hablamos de otros proyectos puntuales impulsados por la necesidad.
De la Amazonía a la Sierra Nevada
¿Cómo encontrar estas plumas? Se trataba de algunas plumas de guacamayos grandes y de un pájaro de la Guajira llamado "pájaro cardenal".
De vuelta a Bogotá, mientras estaba pensativo pero determinado en esta solicitud, en la que percibía gran importancia y profundidad, un hombre sale de la acera y me pide que le tome una fotografía frente a un macizo de flores. Tomo la foto y la discusión comienza rápidamente. Su nombre es Edgar Segarra, es un pintor de origen ecuatoriano. Vuelve a pintar, pero me dice que había dejado de lado su producción artística unos años para caminar junto a diferentes etnias indígenas, especialmente las de la Amazonía ecuatoriana. Me cuenta cómo este recorrido personal le ha permitido profundizar en su investigación artística.
Le hablo pues de LA SEMILLA, los Kogis, las plumas…, y rápidamente la conversación toma un giro entusiasta y apasionado. Nace, entonces, la loca idea de que se vaya por unas semanas a Ecuador para que se reencuentre con sus viejos amigos indígenas e inicien la búsqueda de aquellas plumas. Un viaje épico a Quito, a Cuenca y finalmente a la selva amazónica, junto con los indígenas Shuar, Achuar y Cofanes que se realizará poco después. Yo seguiré la expedición a distancia, por teléfono: como está llena de giros y sorpresas sería difícil contar todo aquí.
A partir de esa búsqueda, Edgar incluso hará una pintura que llamará "Vida" y que ofrecerá espontáneamente al Presidente de la República de Ecuador (Lenin Moreno), a quien se topó "por casualidad" durante su participación en la Celebración de la Independencia en Cuenca! (*)
Edgar Segarra con el cuadro "Vida" y el Présidente Lenin Moreno
Finalmente, las plumas se dejarán encontrar y serán entregadas a Edgar por los indígenas: varias coronas, dos magníficas alas completas y varias plumas sueltas.
Un hermoso intercambio entre grupos étnicos indígenas lejanos y que aún conservan una cultura milenaria: la Amazonía y la Sierra Nevada de Santa Marta, los pulmones del mundo y el corazón del mundo ... No todo está hecho aún porque las plumas siguen estando en Ecuador. Pero de procesos en marcha obtenemos justo a tiempo la autorización de salida del país por la "Dirección de riesgos del patrimonio cultural" de la República del Ecuador, a vísperas de la salida de Edgar.
Las plumas llegan a Bogotá poco antes de uno de mis viajes a la Sierra. Estamos a fines de 2017 y el viaje épico continúa hasta Yinkuamero, donde el mamá Conchacala nos recibe. Él sabe que tenemos las plumas. Como de costumbre, la comunidad pone a nuestra disposición una casa en el pueblo, donde colocamos nuestras hamacas y prendemos un fuego para descansar un poco después de las largas horas de caminata.
En la noche, el mamá viene a visitarnos. Saco la caja de mi mochila, que no solté durante todo el viaje. Bajo la luz del fuego la presento al mamá, primero las alas, azules en el exterior y amarillas en el interior, luego las coronas con grandes plumas rojas en el centro y luego una bolsa de plumas de loros, más pequeñas.
El mamá las toma y las observa una por una, su concentración es intensa. Luego me mira, yo lo miro a los ojos y le sonrío. Apenas puedo ocultar un toque de orgullo por haber logrado esta "misión imposible", pero no digo nada. Toma las plumas una por una y dice en español: "Estas no nos sirven, estas tampoco, y…, tampoco”. Enseguida me mira fijamente a los ojos y dice en español en un tono de lo más serio: "Entonces, ¿qué hacemos?, ¿las quemamos?” Mi respiración se corta y casi me ahogo. Hubo un largo silencio. Luego dije: “Esto es lo más difícil que hemos tenido que hacer desde el principio". Recoge las plumas, las revisa de nuevo y dice: " Estas las usaremos para la fiesta aquí y aquellas irán a nuestra Capital Espiritual". El mamá picó mi ego en su punta y probó mi paciencia. Se ríe del susto que me dio. Esta es una de esas pequeñas "pruebas" que Carolina Ortiz mencionó en el artículo anterior... Al día siguiente, iremos a un sitio sagrado ("eshuama" en idioma Kogi) para entregar “oficialmente” las plumas. El momento es solemne e intenso..
Entrega de una corona de plumas al mamá Juan Conchacala
Durante otros viajes, tendremos la oportunidad de entregar al mamá otros tipos de plumas, entre ellas el Ibis rojo, recogidas en la región colombiana de Arauca gracias a la ayuda de mi vecino y amigo Pedro. Muchas veces, el mamá Conchacala me dirá: los mamás de arriba te agradecen y te saludan.
Sólo las plumas de "pájaro cardenal" no se han encontrado todavía.
Piedras
Si las plumas se usan para danzas sagradas encaminadas a restablecer el equilibrio de la naturaleza, las piedras -que para los Kogis están vivas- pueden servir a los mamás en numerosas ocasiones que estamos lejos de conocer en detalle. El cuarzo, por ejemplo, se utiliza para trabajar el agua y, según los Kogis, son los "guardianes del agua". A propósito, se puede mencionar un cortometraje colombiano muy interesante sobre este tema: Corazón de agua.
Pero los mamás Kogis también usan muchas piedras que no se encuentran en la naturaleza. Nos explican que estas les fueron transmitidas por sus antepasados pero que perdieron el conocimiento para hacerlas. Algunas de ellas tienen, por ejemplo, una forma cilíndrica y están perforadas por un agujero perfecto. Uno se pregunta cómo pudieron y cómo podrían ser hechas. Hay de muchas clases, no mostramos aquí más que unas cuantas.
No entraré en más detalles, solo subrayaré que cuando un mamá ha terminado su formación, que puede durar hasta 18 años para los "mamás mayores", lo primero que recibe son justamente estas piedras. Ahora bien, dado que muchas de estas piedras son "arqueológicas" y tienen actualmente un valor comercial en "nuestro mundo", muchas han sido robadas o saqueadas de sitios sagrados e incluso de sepulturas.
El mamá nos dijo recientemente que los mamás mayores de arriba han expresado nuevamente su necesidad de recuperar más piedras para poder hacer su trabajo: cuidar la Sierra para sanar la Tierra ... ¿Cómo vamos a satisfacer esta demanda? Aún no sabemos ...
Rescatar los tesoros robados
Más allá de las piedras, los Kogis, al igual que otros pueblos indígenas, han sido robados y muchos de los objetos sagrados que cumplen para ellos unos roles específicos: máscaras, objetos de oro, etc., han sido saqueados. A menudo, fueron extraídos de sepulturas o lugares sagrados. ¿Qué diríamos si la gente viniera a nuestros cementerios para saquear las tumbas de nuestros antepasados?
Sin embargo, es de ahí que provienen muchos tesoros arqueológicos que terminan detrás de vitrinas en museos o en colecciones privadas. Se dice que la historia está escrita por quienes ganan las guerras y, como europeos, tenemos poca o ninguna conciencia de este hecho.
Me llevó un tiempo medir y comprender la violencia de estos actos y el papel central que desempeñan estos objetos sagrados en el trabajo de los Kogis y de muchas otras culturas autóctonas. La idea de la restitución, tan obvia cuando uno la piensa, es casi nueva. Pero las iniciativas comienzan a verse hoy, por fin, al final del día. Francia ha comenzado a hablar recientemente de restitución en África. Hace tres años, una coleccionista belga (Dora Janssen) restituyó a los Kogis objetos precolombinos a través de la asociación Tchendukua. Un cambio de paradigma y el inicio de un camino de respeto y reconocimiento que podría beneficiar a todos ...
(*) Cabe señalar que la presentación de la pintura al presidente Lenin Moreno se realizó en Cuenca de manera simbólica real. La pintura sigue en cuenca. Actualmente, nuestra asociación, con Edgar Segarra, se está acercando a la Presidencia de la República del Ecuador para organizar una entrega oficial y para celebrar de paso este hermoso intercambio entre dos países, Colombia y Ecuador, y grupos étnicos indígenas aparentemente lejanos pero con el mismo vínculo orgánico con la naturaleza.
Traducción: Mathilde Manifacier